Olga Feliú

Que no se pierda el legado

Consejera del Colegio de Abogados

Por: Olga Feliú | Publicado: Jueves 28 de abril de 2016 a las 04:00 hrs.
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Olga Feliú

Olga Feliú

El examen de la vida y obra del Presidente Aylwin, en sus diferentes dimensiones, ha sido objeto de variadas opiniones, en general muy positivas. Además, todos los homenajes que se le brindaron durante sus funerales resultaron, en mi concepto, muy merecidos. Él fue protagonista de algunos de los momentos más relevantes de nuestra historia reciente. Por una parte, en su calidad de Presidente del Senado durante el gobierno del Presidente Allende, como opositor intentó defender la institucionalidad quebrantada. Fue el primer Gobernante electo al restablecerse la democracia, debiendo, por consiguiente, liderar un proceso de transición, en que distintos grupos de la sociedad pretendían imponer su visión de sociedad.

Hoy, que el país se encuentra en una situación particularmente compleja, por la desconfianza generalizada que existe respecto de las autoridades de gobierno, legisladores, y las instituciones en general, es valioso recordar y emplear como guía, la forma en que el Presidente Aylwin enfrentó los desafíos que se le plantearon: con prudencia, talento y valor.

Don Patricio fue un político destacado de la Democracia Cristiana, y no obstante ello, cuando asumió como Presidente renunció al partido porque consideraba que en su cargo no debía reconocer militancia partidista. Que importante y digna de tener presente esta actuación. No debe haber en la actuación de un gobernante ningún interés distinto del general. Eso es lo que exige la probidad en el ejercicio de la función pública.

Llama la atención, también, la disposición que tuvo de aceptar y adaptarse a los cambios trascedentes producidos en las políticas públicas. Su inclinación natural –como lo dijo más de una vez- era la de una intervención estatal más poderosa en la economía y, aún cuando pensaba que el mercado era “cruel”, lo aceptó, y lo morigeró con mejores y mayores políticas sociales.

Pero en su gobierno se hicieron las primeras reformas legales para que este sistema fuera utilizado en la construcción de obras de infraestructura. Su relación con los militares, con seguridad, debe haberle resultado personalmente difícil, pero la mantuvo con la dignidad propia del gobernante.

Indudablemente, su mayor tarea, en la que tuvo éxito, fue en la reconciliación del país. Tarea de suyo compleja pues debía conciliar posiciones y peticiones desde los distintos sectores y visiones de la sociedad. ¿Qué destaca en estos logros? Que había en su actuación un sentido de Estado, en el que sus propias visiones acerca de los temas que debía resolver, se enriquecían al buscar y lograr acuerdos con la oposición. Si bien es difícil gobernar con una oposición fuerte, a veces puede ser más dañino hacerlo sin ella. La presión de las excavadoras y de los cambios, sí o sí, conducen a una polarización grave que destruye la sana convivencia.

En las situaciones que hoy se presentan en materia de educación y de sistema constituyente, debiera recordarse el ejemplo del Presidente Aylwin y discutirse y acordarse soluciones y formas.

La adopción de políticas públicas, como ocurre con la educación, con una sola mirada, sin escuchar las múltiples voces que hacen notar los problemas, importa un enorme riesgo en una materia del más alto interés para todas las familias. Más grave, aún, es que ello se haga sin leyes de verdad, discutiendo cada artículo en el parlamento, ante la opinión pública. Ella se pretende llevar a cabo con glosas presupuestarias. Igual ocurre con la deliberación constituyente. No hay ley detallada –sólo glosa- no hay reglamentos, sólo declaraciones y así se construye el sistema.

El éxito del mandato del Presidente Aylwin estuvo justamente en adoptar un sistema diferente. Debatir las normas ante el Congreso, escuchar razones y llegar a acuerdos. Eso hace falta. El esquema de no querer oír las voces contrarias es lo que causa inseguridad. ¿Qué se va a proponer en una nueva Constitución? No se sabe. Es misterio. Mientras ese sistema no se cambie y se adopte uno similar al que llevó a cabo el Presidente Aylwin, será difícil que haya un crecimiento, pese a la Agenda.

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